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El Pontífice inspira su mensaje para este camino cuaresmal en la exhortación de san Pablo a los gálatas: ‘No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad (kairós), hagamos el bien a todos’ (Ga 6,9-10a)”
“La Cuaresma es un tiempo favorable para la renovación personal y
comunitaria que nos conduce hacia la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado.
Para nuestro camino cuaresmal de 2022 nos hará bien reflexionar sobre la exhortación
de san Pablo a los gálatas: ‘No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no
desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras
tenemos la oportunidad (kairós), hagamos el bien a todos’ (Ga 6,9-10a)”. Con
estas palabras comienza Francisco su Mensaje para la Cuaresma 2022. ¿Sabes cuáles son
los tres consejos del Papa para este año?
1. Siembra
y cosecha
“Con demasiada frecuencia prevalecen en nuestra vida la avidez y
la soberbia, el deseo de tener, de acumular y de consumir”, pero “la
Cuaresma nos invita a la conversión, a cambiar de mentalidad, para que la
verdad y la belleza de nuestra vida no radiquen tanto en el poseer cuanto en el
dar, no estén tanto en el acumular cuanto en sembrar el bien y compartir”,
señala el Pontífice. Así, “la llamada a sembrar el bien no tenemos que verla
como un peso, sino como una gracia con la que el Creador quiere que estemos
activamente unidos a su magnanimidad fecunda”, agrega.
“¿Y la cosecha? ¿Acaso la siembra no se hace toda con vistas a la
cosecha?”, se pregunta Jorge Mario Bergoglio para contestarse con un rotundo
sí. “Un primer fruto del bien que sembramos lo tenemos en nosotros mismos y en
nuestras relaciones cotidianas, incluso en los más pequeños gestos de bondad”,
explica. Y añade: “En Dios no se pierde ningún acto de amor, por más
pequeño que sea”.
En realidad, “solo vemos una pequeña parte del fruto de lo que sembramos”, destaca.
“Precisamente sembrando para el bien de los demás participamos en la
magnanimidad de Dios -continúa-. Sembrar el bien para los demás nos libera de
las estrechas lógicas del beneficio personal y da a nuestras acciones el amplio
alcance de la gratuidad, introduciéndonos en el maravilloso horizonte de los
benévolos designios de Dios”. Y agrega: “La Palabra de Dios ensancha y eleva
aún más nuestra mirada, nos anuncia que la siega más verdadera es la
escatológica, la del último día, el día sin ocaso”.
2. ‘No nos
cansemos de hacer el bien’
“Frente a la amarga desilusión por tantos sueños rotos, frente a la
preocupación por los retos que nos conciernen, frente al desaliento por la
pobreza de nuestros medios, tenemos la tentación de encerrarnos en el propio
egoísmo individualista y refugiarnos en la indiferencia ante el sufrimiento de
los demás”, indica el Papa.
En este sentido, invita a no cansarnos de rezar, de extirpar
el mal de nuestra vida y de hacer el bien en la caridad activa hacia el
prójimo. En primer lugar, “necesitamos orar porque necesitamos a Dios.
Pensar que nos bastamos a nosotros mismos es una ilusión peligrosa”. En segundo
lugar, muestra su esperanza de “que el ayuno corporal que la Iglesia nos pide
en Cuaresma fortalezca nuestro espíritu para la lucha contra el pecado”. Y, por
último, recuerda que “la Cuaresma es un tiempo propicio para buscar a quien
está necesitado; para llamar a quien desea ser escuchado y recibir una buena
palabra; para visitar a quien sufre la soledad”.
3. ‘Si no
desfallecemos, a su tiempo cosecharemos’
“Quien caiga tienda la mano al Padre, que siempre nos vuelve a levantar. Quien se
encuentre perdido, engañado por las seducciones del maligno, que no tarde en
volver a Él. En este tiempo de conversión, apoyándonos en la gracia de Dios y
en la comunión de la Iglesia, no nos cansemos de sembrar el bien. El ayuno prepara
el terreno, la oración riega, la caridad fecunda”, apunta Francisco.
Asimismo, concluye invocando a la
“Virgen María, en cuyo seno brotó el Salvador”, para que “nos obtenga el don de
la paciencia y permanezca a nuestro lado con su presencia maternal, para que este tiempo de
conversión dé frutos de salvación eterna”.
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