RECOMENDACIONES PRÁCTICAS DEL SERVICIO DEL PROCLAMADOR


RECOMENDACIONES PRÁCTICAS PARA EL EJERCICIO

DEL SERVICIO DEL PROCLAMADOR

     El Proclamador forma parte de la asamblea litúrgica: Es un servidor laico que  proclama la Palabra de Dios durante la celebración, pero sin ocupar puesto de honor dentro de la misma.

 Recomendaciones generales.

1. Al momento de proclamar la Palabra de Dios, se levanta de su puesto en la asamblea, ojalá lo más cercano al Presbiterio, y se dirige al Ambón.


2. Debe avanzar en forma discreta, evitando ruidos, zapateos, etc. que sean motivo de distracción para la asamblea.


3. Permita que quien preside la celebración, además de la Asamblea, se sienten, y cuando haya silencio, empiece a proclamar.


4. El secreto de un buen proclamador está en leer despacio, claro y con buen volumen de voz.


5. Considere que nadie lo está apresurando; quizá sean los nervios, nada más. Aprenda a dominarlos.


6. Como previamente ha preparado la lectura, debe saber de memoria el título que va a proclamar: «Carta a los Romanos, etc.» Por eso, la frase del título debe hacerla mirando a la Asamblea.


7.No olvide mirar de vez en cuando al pueblo reunido, pues al proclamar, está comunicando el Mensaje de Dios.


8.Evite «tics», posturas incorrectas, balanceos o movimientos que distraigan y las muletillas.


9.No lea aquello que aparece en rojo. Así, por ejemplo, no diga: «Primera lectura, ni segunda, ni mencione las citas bíblicas», ni diciendo «Salmo…”.


10.No pase la cinta que indica la hoja de un lado a otro. Déjela en un sólo lugar.


11. Al terminar la lectura haga una pausa de tres segundos antes de decir: «Palabra de Dios».


12.No deben usarse frases como «Esto es palabra de Dios» o «Es palabra de Dios» u otras frases. Esto se debe a que el lector se identifica tanto con aquello que anuncia como que él mismo se hace palabra de Dios. Esto es fundamental.


13.  Tenga en cuenta que al decir “Palabra de Dios”, usted está haciendo una aclamación y hay que contestar con otra aclamación: “Te alabamos, Señor”. Si usted dice: “Esto es palabra de Dios” es una aclaración y en ese caso la respuesta sería: “Ya lo sabía”.


14.  Es fundamental que exista un instante de silencio entre la primera lectura y el salmo responsorial, para que el mensaje anunciado resuene en el corazón de los oyentes.


El SALMO RESPONSORIAL es una de las principales aclamaciones que se contiene en la Liturgia.  Por eso, se ha de recitar en forma poética o lírica.


1. El ideal es cantar la respuesta y las estrofas.


2. Lo menos indicado es cantar las estrofas y recitar la respuesta.


3. Lo más aceptable es cantar la respuesta y recitar estrofas.


4. Si la respuesta al salmo es demasiado larga, puede abreviarla, consultando antes al celebrante.

5. El salmista ha de ser persona distinta a la que proclamó la lectura. De esta forma el salmo es «eco o respuesta que se hace a la Palabra de Dios de la primera lectura.


6. Nunca decir: «al salmo respondemos» o «nos unimos al salmo diciendo», o «repitan todos», ya que estas no son palabra de Dios, y todo lo que se proclama desde este ambón debe ser palabra de Dios. La homilía es explicación y aplicación de la palabra de Dios a la Asamblea.


7. No olvide mirar de vez en cuando al pueblo reunido, pues al proclamar, está comunicando el Mensaje de Dios.


8.  Permita que sea la Asamblea quien aclame con el versículo de respuesta, no lo repita el salmista con la Asamblea. Si acaso olvida debe recordarle.

9.  Si hay dos lectores para tres lecturas, el mismo que proclamó la primera hará la segunda. La otra persona proclamará el salmo.


 

Recomendaciones acerca de la Aclamación antes del EVANGELIO.

1. El versículo antes del evangelio debe ser leído por el salmista, si hay una sola lectura.


2. Cuando hay dos lecturas, lo debe leer quien proclamó la segunda lectura. En el leccionario aparece este versículo o al menos la página donde se encuentra.


3.    Como normano se debe leer el término «Aleluya». Debe cantarse.


RECOMENDACIONES FINALES.

1.   No se debe acaparar la proclamación de la Palabra. Hay otros que quisieran tener la experiencia de este servicio.


2.   Importante mantener el Leccionario en buen estado por respeto a la palabra de Dios.


3.   Se debe proclamar del mismo y jamás de hojas sueltas o Misales populares. Claro que a veces el sacerdote va a celebrar a oratorios lejanos de su parroquia y no puede tener un Leccionario para cada lugar.

4.     No sólo es necesario el respeto profundo a la Palabra sino que hay que transmitir ese respeto a través de estas mínimas actitudes.


 

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